08 septiembre 2006

 

Moralidad ¿oculta?


Como decía en el post anterior, las leyendas siempre han servido como modo de transmisión de valores, principios, normas, costumbres... y en lo que se refiere a las nuevas leyendas televisadas, una de las cuestiones que más me asombra, por su reiteración y falta de sutileza, es la vinculación:

Mal = Erotismo, Sensualidad

Bien = Correcta ñoñería.

Ya sé que no es ninguna novedad, y que enlaza directamente con la visión reprimida del sexo que impera en nuestra cultura, pero que a estas alturas se siga manteniendo y propagando esa imagen, y nisiquiera de una forma disimulada o velada, sino descaradamente, me sorprende (una, en su ingenuidad, sigue teniendo esperanza de que en algún momento nos decidamos a evolucionar y dejemos de considerar la dimensión sexual como un tabú cargado de simbolismo y contenidos ajenos a su función).

En todo este tipo de series, los malos/as, salvo que sean demonios horripihermosísimos, suelen tener una fuerte carga sexual, con vestidos más atrevidos, agresivos, y actitudes sensuales e insinuantes, mientras que los buenos visten con la corrección debida a la decencia y las buenas costumbres. La diferencia es más evidente cuando un bueno es poseído, encantado, abducido... vamos, que vive sin vivir en él. El principal (e incluso único) elemento diferenciador suele ser una actitud abiertamente erótica, tanto en sus ademanes como vestimenta o su forma de relacionarse.

Ejemplifiquemos:

Embrujadas de buenas



Embrujadas de malas



Identificar el sexo con la quintaesencia de todos los males es una constante, que si bien tenía esperanzas en que fuera superándose en un proceso evolutivo socio-cultural, que antes me parecía lógico, ahora me parece cada vez más improbable. Supongo que, como animales que somos, todo lo placentero nos hace perder la medida, y antes que acabar como la ratita que le daba a la palanquita de estímulos como una loca, preferimos llenarnos de miedos y prejuicios por no ser capaces de controlar nuestro propio placer. Como en muchas otras facetas de nuestra vida, renunciamos a la responsabilidad personal por no ser capaces de desarrollarla debidamente, y delegamos en otros el control de nuestras acciones: en leyes, costumbres, tabúes...


La conclusión es evidente: yo quiero ser muy muy muy mala, y andar con malas mujeres. Y asumo toda la responsabilidad que eso pueda suponer.

Comments:
Las malérrimas siempre damos morbillo...aunque nos vistamos en Amancio XD.
 
Tú qué? Actualizas o tendremos que deshidratarnos en mientras??
 
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