02 noviembre 2006

 

Reformas y apaños

Pues sí, está visto, si es que esto me pasa a mí por bocazas. Hay que tener mucho cuidadito sobre acerca de qué se queja una, porque en estos tiempos tan políticamente correctos, en cuanto dices ay, en seguida alguien se apresura a atender tus reivindicaciones y a salvarte de lo que sea, quieras o no, que ésto no puede seguir así que tienes toda la razón, y hay que buscar una solución inmediatamente, no vaya a ser que te traumatices y te tengas que gastar el sueldo en prozaques y tranquimacines, y al final, en lo que me fundo la nómina es en aspirinas para el dolor de cabeza que me levanta el adalid de turno.
Que sí, que yo me quejaba del arcaico sistema informático con el que tenía que bregar todos los días, y ahora van los de mi chiringuito y les da por modernizarse, y que si te aumentamos la memoria (¡si para lo que hay que recordar!), que si te ponemos xp, y nos conectamos todos a un superservidor chachiguachi que es la repera en escabeche, y nuestro tecleo diario se va a transformar en un mundo lleno de luz y de color, y de aquí a la paz mundial, un paseo nena.

Pues que alegría que tengo en el cuerpo. Porque el superchachiguachi un día sí y al otro también, le da por no mostrarme la unidad en la que se supone que tendrían que estar todos mis documentos de trabajo, documentos que tengo que volver a revisar porque a la criatura no le gusta como están y los reinterpreta, o directamente no aparecen. Que si puedo trabajar es gracias a mi desconfianza crónica en las novedades, que me ha llevado a crear mi propia copia de seguridad, que si espero por el sistema, me pilla la jubilación sin haber dado un palo al agua, que tampoco es mal plan, pero un tanto aburrido.

¡Ay virgencita, por qué no me habré quedado como estaba!

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