05 julio 2006

 

Gran oferta: orgullo de saldo


Tenía serias dudas. No pensaba que lo fuera a conseguir. Pero creo que sí, que al final he sobrevivido. He sobrevivido a mis tesoritos, a las llamas y, lo que era más dudoso, he sobrevivido al orgullo (diosa, qué título para un culebrón).
En la entrada anterior ya dejé esbozada mi opinión acerca del orgullo y la vergüenza (del sentido y la sensibilidad hablaré en otro momento), pero hay que reconocer que el nombrecito con que han bautizado al día, nos conduce al colmo de la vanidad: ese día sales por orgullo, bebes por orgullo, bailas por orgullo... al día siguiente tienes resaca por orgullo, agujetas por orgullo... y te das cuenta que en algún momento perdiste el sujetador por orgullo y anduviste parte de la noche con el orgullo a media asta.

El caso es que un año más ha pasado el día de la fiesta mayor, y no puedo evitar echar la vista atrás y hacer comparaciones:
Hace menos de diez años, en el lugar que habito, se celebraba el gran día en un tugurio de mala muerte, sin aire acondicionado ni salida de emergencia, que acumulaba denuncias de los vecinos (de hecho terminaron cerrádolo). El espectáculo era una consecución de actuaciones de drags voluntarias, presentadas por voluntarios, donde se sorteaban donativos cutrres de los sexshop (lo únicos que ponían su nombre en los excasos carteles que anunciaban la fiesta), y los asistentes éramos los mismos de siempre. Sólo que ese día creíamos que el mundo podía ser nuestro.




Ahora, la función tiene lugar en una de las principales plazas del lugar, hay artistas de los que cobran y presentadores profesionales, hay subvenciones para cubrir los gastos y los políticos se pasean por la plaza mostrando lo progres que son (sí, sí, son los mismos que hace unos años no daban un duro por nosotros), los locales más in ponen su nombre en el cartel y en los folletos que anuncian la fiesta, los de siempre ya no nos reconocemos en el marasmo de "progresía"... y no puedo evitar tener la impresión de que nuestro mundo lo han hecho suyo.

No es que quiera hacer una apología del gueto, es que al menos antes tenía la sensación de saber quiénes éramos y qué reivindicabamos. Hoy tengo la sensación de ser una estadística, una votante, una consumidora... y que mi supuesta libertad sólo les beneficia a aquellos que siempre me la negaron.

Comments:
Y luego las viejas que te ven dándote el lote con la chati, tropiezan, los coches se paran, los vecinos se giran para comprobar que esa que te mete mano, también es una chica... y "esos" que ganaron votos a base de lamernos el culo, salen en la tele rodeados de gays de verdad, de gays que saltan porque lo tienen todo y de -como tú dices- de gays (y bollos claro) que han olvidado que hace diez años, eran la última mierda.
 
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